Un par de postes
Sergio Alvarado y Katia da Silva, unidos (y separados) por el baloncesto
Juntos, no pasan desapercibidos. Sería difícil: ella, brasileña, mide 1,89. Él, español, algo más. A ambos les unió hace unos años el baloncesto, el mismo deporte que, ahora les mantiene a varios cientos de kilómetros de distancia. Él, Sergio Alvarado, es el "cuatro" titular del Clavijo Cajarioja de Logroño. Ella, Katia da Silva, es una de las máximas reboteadoras del Perfumerías de Salamanca, un equipo grande de la Liga Femenina.
Todo empezó como en las novelas: con una cita ciegas. «La novia de mi hermano era juvenil en el equipo en el que jugaba ella», cuenta Alvarado. «Me preguntaron que con cuál quería salir, y dije: la brasileña». Y la cosa funcionó, porque ahora son matrimonio.
Pronto vieron que no iba a ser fácil. El jugador de baloncesto, como el de casi cualquier deporte, es por vocación nómada. «Al principio pensamos en sacrificarnos uno de los dos para seguir juntos, y claro, la que está en mejor categoría es ella».
Pero la cosa no funcionaba. «Por poco nos cuesta la relación, porque yo me subía por las paredes». Así que ahora viajan. «Cuando podemos». «Gastamos mucho teléfono, y hacemos más kilómetros que la Vuelta a España», ríen.
Porque Katia da Silva (varias veces internacional, campeona del mundo de clubes) es una jugadora muy cotizada en la Liga Femenina. Que no es poco: la española es posiblemente la segunda mejor liga femenina del mundo, tras la WNBA americana.
"Tú, salta"
Y eso que Katia da Silva empezó más o menos por casualidad. «Yo jugaba al voley», cuenta. «Pero me propusieron jugar al baloncesto». Cosa que ella no había hecho nunca. «Me decían: "tú salta y coge rebotes". Y así empecé».
Era una época buena para el baloncesto femenino en Brasil. «Sin duda, es más conocido que aquí. Allí te conocen por la calle, y eso aquí no pasa». Y el país sudamericano es una cantera de la que ahora se nutren muchos equipos europeos.
Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado. «Es más difícil que las que estamos en Europa juguemos con la selección brasileña, por ejemplo. Y las chicas jóvenes ya no tienen a quién mirar, porque todas estamos en España o en Italia».
Sergio Alvarado y Katia da Silva, unidos (y separados) por el baloncesto
Juntos, no pasan desapercibidos. Sería difícil: ella, brasileña, mide 1,89. Él, español, algo más. A ambos les unió hace unos años el baloncesto, el mismo deporte que, ahora les mantiene a varios cientos de kilómetros de distancia. Él, Sergio Alvarado, es el "cuatro" titular del Clavijo Cajarioja de Logroño. Ella, Katia da Silva, es una de las máximas reboteadoras del Perfumerías de Salamanca, un equipo grande de la Liga Femenina.
Todo empezó como en las novelas: con una cita ciegas. «La novia de mi hermano era juvenil en el equipo en el que jugaba ella», cuenta Alvarado. «Me preguntaron que con cuál quería salir, y dije: la brasileña». Y la cosa funcionó, porque ahora son matrimonio.
Pronto vieron que no iba a ser fácil. El jugador de baloncesto, como el de casi cualquier deporte, es por vocación nómada. «Al principio pensamos en sacrificarnos uno de los dos para seguir juntos, y claro, la que está en mejor categoría es ella».
Pero la cosa no funcionaba. «Por poco nos cuesta la relación, porque yo me subía por las paredes». Así que ahora viajan. «Cuando podemos». «Gastamos mucho teléfono, y hacemos más kilómetros que la Vuelta a España», ríen.
Porque Katia da Silva (varias veces internacional, campeona del mundo de clubes) es una jugadora muy cotizada en la Liga Femenina. Que no es poco: la española es posiblemente la segunda mejor liga femenina del mundo, tras la WNBA americana.
"Tú, salta"
Y eso que Katia da Silva empezó más o menos por casualidad. «Yo jugaba al voley», cuenta. «Pero me propusieron jugar al baloncesto». Cosa que ella no había hecho nunca. «Me decían: "tú salta y coge rebotes". Y así empecé».
Era una época buena para el baloncesto femenino en Brasil. «Sin duda, es más conocido que aquí. Allí te conocen por la calle, y eso aquí no pasa». Y el país sudamericano es una cantera de la que ahora se nutren muchos equipos europeos.
Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado. «Es más difícil que las que estamos en Europa juguemos con la selección brasileña, por ejemplo. Y las chicas jóvenes ya no tienen a quién mirar, porque todas estamos en España o en Italia».
Fonte: Prodep
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